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Soberanía de las infraestructuras: por qué el control físico sigue siendo importante (Parte 2)

08/10/2025 de Sebastian Ohlig

Generado por IA, infraestructura de red de alta tecnología que conecta dispositivos digitales y servidores en un centro de datos futurista para mejorar la conectividad y las soluciones en la nube.

En la primera parte de esta serie, definimos la soberanía informática como la capacidad de controlar tus activos digitales bajo las jurisdicciones y protecciones que elijas. En esta segunda parte, llevamos el debate a lo más básico: la infraestructura. Los centros de datos, los servidores y los procesos operativos pueden parecer servicios básicos, pero en el debate sobre la soberanía, son todo lo contrario.

Cuando tu infraestructura crítica se gestiona bajo una autoridad legal extranjera, la continuidad del negocio y el cumplimiento normativo ya no están únicamente en tus manos. Por lo tanto, la soberanía de la infraestructura se está convirtiendo en una preocupación a nivel directivo para las empresas internacionales.

¿Qué significa realmente la soberanía de las infraestructuras?

En esencia, la soberanía de la infraestructura consiste en mantener el control sobre la ubicación física y el funcionamiento de los sistemas informáticos y de almacenamiento. No se trata solo de saber dónde se encuentran los datos, sino también quién puede acceder al data center, quién tiene acceso administrativo y qué leyes rigen a esos operadores.

En la práctica, esto suele significar dar preferencia a los data centers locales o a las instalaciones de colocation nacionales, o al menos garantizar que los procesos operativos permanezcan protegidos de interferencias extranjeras. La soberanía en este caso no es aislamiento, sino la capacidad de decidir cuándo son aceptables las asociaciones extranjeras y cuándo el control local es innegociable.

Los riesgos de la dependencia

Depender de infraestructuras que pertenecen a entidades extranjeras o son gestionadas por ellas conlleva riesgos concretos. Un proveedor de servicios en la nube o de colocation con sede en EE. UU. que opere servidores en Europa sigue estando sujeto a la legislación estadounidense, lo que significa que las autoridades podrían obligarle a facilitar el acceso en virtud de la Ley CLOUD.

La dependencia operativa es otra preocupación. Si las operaciones informáticas básicas se subcontratan a un proveedor en una jurisdicción expuesta a sanciones o tensiones geopolíticas, la continuidad del servicio puede verse comprometida sin previo aviso. El reciente debate sobre si las redes satelitales podrían desconectarse unilateralmente ilustra lo frágil que puede ser esta dependencia.

Estrategias para infraestructuras soberanas

Las empresas disponen de múltiples palancas para reforzar la soberanía:

  • Centros de datos nacionales: Alojar los sistemas críticos en instalaciones propiedad de la empresa o de propiedad local maximiza el control. Algunas iniciativas nacionales, como la francesa Cloud de Confiance, certifican explícitamente que la infraestructura está dentro del alcance legal de la UE.
  • Garantías legales y operativas: Incluso cuando se utilizan proveedores internacionales, las garantías contractuales sobre la localización de datos, la verificación del personal y el acceso administrativo pueden reducir el riesgo.
  • Cifrado y gestión de claves: Al mantener el control de las claves de cifrado a nivel local, las empresas pueden garantizar que ni siquiera los operadores de infraestructuras extranjeras puedan acceder a sus datos.
    • Diversificación y redundancia: Evitar depender de un único proveedor o jurisdicción garantiza la resiliencia. Las cargas de trabajo críticas siempre deben contar con un respaldo nacional.

Cuando la soberanía es fundamental VS cuando es opcional

No todas las cargas de trabajo requieren el mismo nivel de protección. En entornos altamente sensibles (sistemas del Gobierno, defensa, infraestructuras críticas), la soberanía total suele ser obligatoria por ley. Por el contrario, en el de trabajos menos sensibles o servicios orientados al público, la soberanía estricta puede ser opcional si las ventajas de la nube alojada en el extranjero superan los riesgos.

El resultado práctico suele ser híbrido: la propiedad intelectual y los datos personales regulados permanecen en entornos soberanos, mientras que las tecnologías de la información menos críticas se ejecutan en plataformas globales con medidas de seguridad.

Dependencias extranjeras aceptables

La verdadera soberanía no significa prescindir por completo de la tecnología extranjera. La mayoría de las empresas aceptan el uso de hardware fabricado en el extranjero o software estándar como VMware o Windows, siempre y cuando la empresa mantenga el control operativo. Incluso los acuerdos con hiperescaladores globales pueden ir alineados con los objetivos de soberanía si se combinan con el cifrado del lado del cliente, la informática confidencial o la gestión independiente de claves.

En resumen, los componentes extranjeros son aceptables cuando funcionan en los términos que tú marcas. La soberanía no tiene que ver con el aislamiento, sino con la capacidad de elegir y la garantía de que nadie te puede arrebatar tus sistemas más críticos.

La pregunta clave

La infraestructura puede parecer el aspecto más técnico de la soberanía, pero también es el más tangible. Si no puedes garantizar el acceso a tus propios servidores en una crisis, ¿realmente controlas tu tecnología?

A medida que el debate continúa, las empresas tendrán que decidir dónde trazan la línea entre la resiliencia, el cumplimiento normativo y la eficiencia. La respuesta determinará no solo su estrategia de infraestructura, sino también su independencia a largo plazo en una economía digital cada vez más politizada.

¿Qué viene ahora?

En el siguiente post de esta serie, examinaremos la soberanía de la nube, donde el control jurisdiccional se une a la escalabilidad y la innovación.